“La poesía del absurdo y lo cotidiano.”


Un rincón para jugar con las palabras, donde el absurdo se vuelve arte y lo cotidiano se transforma en poesía descalza.


Este blog está lleno de objetos que no existen,
palabras que no figuran,
días que no pasaron,
y teorías que no sirven.
Por eso es valioso.
Porque en su desorden, hay verdad.
Porque lo que no fue, también puede explicar lo que somos.
No hay moralejas ni mapas.
Sólo pistas.
Sólo guiños.
Y una cucharita que recuerda (pero no dice).
Si venís buscando sentido, puede que no lo encuentres.
Pero tal vez te vayas con una piedra que miente
y una sonrisa que no sabías que tenías.




Este segundo baúl no se abre con llave, sino con risa.
Con un chasquido de lengua.
Con un “qué pasaría si…”
Es un baúl revoltoso.
Parece que guarda cosas importantes, pero adentro hay papelitos con chistes, teorías absurdas, fragmentos de lucidez envueltos en papel manteca.





Manifiesto para una vida rara

1. Lo obvio cansa.
2. Lo previsto, aburre.
3. Lo perfecto… que se lo quede otro.
4. Aquí celebramos la torpeza con elegancia.
5. Si algo no sirve para nada, me interesa.

Yo me declaro habitante del margen.
No de los bordes filosos,
sino de los pliegues blandos donde se esconde el sinsentido.
Tiendo a detenerme en lo que no llama la atención:
una miga sobre el mantel,
una frase mal dicha,
una mosca que insiste.

Mi religión es el recreo.
Mi oficio, la contradicción amable.
Mi CV podría resumirse en una servilleta con una mancha de café
y una palabra escrita con lápiz: “bah…”

Amo las listas.
Las que no terminan.
Las que nadie pidió.
Las que solo sirven para sentir que algo fue dicho.
Como esta.

Lo normal, lo exitoso, lo evidente…
ya tiene suficientes devotos.

Yo quiero lo raro, lo torcido, lo inútil,
lo que se cae de los bolsillos del mundo.

Y si todo esto no tiene sentido,
mejor.
Porque eso significa que voy bien.

Analía 2025 | 5202 aílanA



Sección: Objetos perdidos en el tiempo



La cucharita que recuerda


No recuerda para qué fue usada, pero recuerda las manos.
Las manos tibias. Las temblorosas. Las distraídas.
Recuerda el sonido del borde del pocillo,
la pausa entre sorbos,
las veces que fue removida sin motivo.
La cucharita no extraña.
Recuerda.
Pero sin datos, sin precisión.
Como un animal que reconoce un perfume.
Si le preguntás por tu infancia, moverá la cabeza como quien sabe…
pero no va a hablar.





La piedra que miente

Se hace la antigua.
Se hace la sabia.
Pero no sabe nada.
Fue parte de un camino artificial en un jardín inventado.
Se escapó de una pecera.
Y sin embargo, te mira desde el suelo con autoridad.
Dice que escuchó a los dinosaurios bostezar.
Dice que fue luna.
Dice que nada duele.
Mentira.
Pero qué lindas mentiras dice.




El espejo que solo refleja a otros


Te parás frente a él, y no estás.
Aparece una señora que cruza una plaza.
Un niño que estornuda.
Un hombre que duda frente a una puerta.
Nunca vos.
El espejo no te ignora:
te protege.
Refleja las vidas que podrías haber vivido.
Y se queda callado.
Por pudor.



Sección: Diccionario personal


• Bostefelia (s.f.)
Estado de placer suave, entre el bostezo y la melancolía bonita.
Se presenta en tardes sin plan o al mirar un ventilador de techo.
• Descosido (adj.)
Se dice de algo que no se rompió, sino que se soltó para respirar.
Ejemplo: “Hoy me siento descosida, y eso está bien.”
• Ahítude (s.f.)
Actitud altiva y delicada de quien ya ha tenido suficiente.
Ejemplo: “La gata me miró con toda su ahítude.”
• Martes (s.m.)
Unidad de medida emocional.
Un martes puede durar cinco minutos o tres años, según lo vivido.
A veces no ocurre.
• Sosiego intermitente (loc. sustantiva)
Esa calma que va y viene como si tuviera dudas.
Como cuando alguien te acaricia y luego se queda quieto, pensando.


Fragmentario, lúdico y errante:




Crónica de un bostezo feliz

No fue por sueño.
Fue por una decisión del cuerpo:
expandirse, abrir la boca, suspirar con toda la cara.
Bostecé mirando una mosca que no hacía nada.
El mundo, por un instante, pareció suspenderse.
Como si todo esperara a que yo cerrara la boca para seguir girando.

Ese bostezo fue un aplauso interno.
La confirmación de que no hacer nada también es un plan.
Uno buenísimo.




Teoría del calcetín sin par


El calcetín sin par es libre.
No espera.
No sufre el abandono, lo reinventa.
Un día es marioneta.
Otro, trapo de cocina.
Otro más, escondite de secretos chiquitos.
El par es una expectativa que a veces no tiene sentido.
Quizás nunca existió.

Propongo:
la exaltación de lo incompleto.
la celebración de lo desparejo.
¡Viva el calcetín sin par!
¡Viva lo que no combina pero igual abriga!




Diálogos entre una cuchara y un martes

CUCHARA: Hoy no me usaron.
MARTES: Yo tampoco serví para nada.
CUCHARA: ¿Creés que somos inútiles?
MARTES: No. Creo que somos necesarios cuando nadie lo nota.
CUCHARA: ¿Te duele?
MARTES: Solo un poco. Como cuando se enfría el café antes de tiempo.
CUCHARA: Podemos esperar juntos.
MARTES: Ya estamos en eso.




10 maneras de no escribir este texto

1. Ordenar los lápices por tamaño.
2. Buscar excusas en el clima.
3. Decidir que ahora es buen momento para limpiar el teclado.
4. Releer lo que no se escribió.
5. Recordar aquel mensaje que nunca contestaste.
6. Volver a ordenar los lápices.
7. Pensar que el título es lo único bueno.
8. Creer que nadie lo va a leer.
9. Convencerte de que no hace falta.
10. Escribirlo igual.



Recetario de estados de ánimo
(Extracto del “Libro de Cocina Interna para Días Insólitos”, encontrado en un bolsillo de la realidad.)



Melancolía tibia
Ingredientes:
– 3 pensamientos a medio usar
– 1 cucharadita de canción triste (de esas que no se cantan, se respiran)
– Un toque de olor a tarde nublada
Preparación:
Poner todo en una taza vieja.
Remover con una cuchara de madera hasta que el tiempo se desarme.
Beber de a sorbitos, mirando por una ventana real o imaginaria.



Euforia con chispitas

Ingredientes:
– 2 saltitos mentales
– 1 cucharada de ideas absurdas
– Polvo de risa inesperada (se consigue en charlas sin sentido)
Preparación:
Mezclar sin control, batir con entusiasmo.
No hornear: explota sola.
Servir en copas rotas o en hojas secas.




Silencio crocante
Ingredientes:
– 1 mirada sin palabras
– 4 minutos de pausa exacta
– Una pizca de sombra
Preparación:
Congelar los pensamientos.
Escuchar el crujido del hielo.
Dejar reposar hasta que el mundo se apague.



Ansiedad en conserva

Ingredientes:
– 8 preguntas sin responder
– 2 listas pendientes
– 1 red social abierta
Preparación:
Meter todo en un frasco.
Cerrar fuerte.
El frasco se abrirá solo cuando ya no importe.




Ternura al vapor
Ingredientes:
– Una foto arrugada
– Un recuerdo que huele a pan
– Una caricia no dada
Preparación:
Cocinar a fuego lento con música baja.
Abrir la tapa cuando sientas el perfume.
No sirve para compartir.
Es solo para una.




Y así continúa el recetario, escondido entre papeles, en la estantería de una mente que no cocina, sino alquimiza.



Tres propuestas al hilo, una para cada estado del alma (torcida, luminosa o indecisa).




  • Ícono garabateado  Catálogo de cosas que solo existen si las mirás de reojo

  • – La nostalgia leve que vive entre la espuma del mate.
    – Los recuerdos falsos que inventaste para que el pasado te quiera más.
    – El reflejo de alguien que no sos, pero que te gustaría ser durante diez minutos.
    – El hilo de voz que usás cuando hablás con alguien que no está.
    – El mapa de las cosas perdidas, que sólo aparece cuando ya no buscás nada.

    Se recomienda no mirar de frente.
    Lo dicho podría huir.




  • Ícono garabateado  Utensilios para la vida interior

  • Batidor de pensamientos: Ideal para mezclar dudas sin que se corten.
    Taza de los días simples: Se llena con una caricia o un olor a infancia.
    Colador de excusas: Filtra las que usás siempre y deja pasar las nuevas.
    Tupper de silencios: Para guardar respuestas que aún no sabés decir.
    Tijera emocional: Corta vínculos invisibles con una sola intención.
    Espátula de consuelos: Para untar un “ya va a pasar” en el alma cansada.

    Lavar todo a mano.
    Secar con música baja.




  • Ícono garabateado  Manual para desaparecer sin dejar de estar

  • 1. Aprendé a decir “ajá” en el momento justo.
    2. Usá ropa que no tenga historia.
    3. Respondé con una sonrisa de costado y ojos ausentes.
    4. Hacete amiga del borde de las fiestas.
    5. Convertite en pregunta.
    6. No seas inolvidable.
    7. No seas olvido.
    8. Sé esa sensación que se tiene… pero no se puede nombrar.





    Si llegaste hasta acá, ya sabés más de lo que deberías.
    Lo que leíste no se deslee.
    No hay botón de deshacer.
    Tampoco hay premios.
    Pero quizás te llevás una duda nueva.
    O la sensación vaga de haber estado en una reunión donde nadie dijo su nombre.
    Y eso, por ahora, alcanza.




    Textos generados por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
    Cortesía de OpenAI.
    https://openai.com/chatgpt

    Collage de fotos
    Analía | Instagram



    Siguiente

    “Un refugio donde el tiempo no pesa: los fragmentos rotos se celebran, las nostalgias se abrazan, y las palabras encuentran una nueva forma de ser.”

    Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) | Efectos HTML/CSS de Vagabundia


    Ir Arriba